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No pintemos rostros, pintemos realidades buenas









"Veo muchos rostros pintados de colores y al mismo tiempo veo muchas mentes grises"


No formo parte del grupo de "haters" por la acción de muchas personas al pintar con el arcoiris las fotografías de perfil del Facebook en apoyo al matrimonio homosexual. Tampoco formo parte del grupo que apoya porque "todos lo hacen". Me siento parte del grupo que considera que el mundo tiene más por solventar, que si bien todos tenemos derecho a casarnos con quienes amamos -pues el amor es libre-, también hay muchos que tienen derecho a infinidades de cosas, como el acceso al pan de cada día o al vaso de agua que es de gran importancia para la vida del ser humano. Cuando se habla de ver más allá de los derechos de una comunidad como lo es la comunidad de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (LGBT) también se habla de concienciar sobre aquella comunidad en el mundo entero que hoy sigue en situación de hambre y pobreza extrema.
Según la FAO, 57 países en desarrollo no han logrado el objetivo de desarrollo del Milenio de reducir a la mitad la proporción de personas hambrientas en este año. 
"Una de cada nueve personas del planeta (795 millones en total) sigue acostándose hambrienta" relata El Tiempo en un reportaje "El desperdicio de alimentos en un mundo hambriento" 
Más que acabar con el hambre, con la desigualdad social u otro problema que predomina en la vida de cada ser humano, es saber usar aquellos colores y pintar el mundo de cada persona excluida en todos los ámbitos, pues es mejor colorear más almas que rostros y comprender que todo va más allá de acabar con los prejuicios, es también salvar la vida de miles en múltiples aspectos. 

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El centro caraqueño

Bárbara Salvatierra @BarSalvatierra M uchos venezolanos de Caracas y sus adyacentes al escuchar "el centro" ya se hacen una idea de lo que se intenta hablar.  Las reacciones son múltiples. Hay quienes abren los ojos como un plato enorme, la típica expresión de que aquel lugar, no es el mejor para estar. Otros, suelen soltar una salta de improperios, sobre el tráfico, la suciedad en algunas esquinas, la gente que te empuja y encima te roba. En fin, la mala experiencia de su día a día.  Pero, habremos otros-sí, me incluyo- que sentimos nostalgia y de la buena, pues a pesar de que sus suelos no son los más limpios con la basura que se acumula, de que la gente roba - como en cada esquina del país- y su tráfico acaba con la paciencia hasta del más sabio y tranquilo hombre, la esencia de ese lugar, regala historia y en ocasiones, paz.   

Se ve en la calle, se ve en cada esquina: la perspectiva

Caracas, 19 de agosto de 2015

Una vez que piensas, vuela la imaginación, vuelan los impulsos

En ocasiones es bueno dejar todo reposar, algo fácil, asumo.  Es como lanzarte al colchón cuando llegas de la agotada rutina y suspirar, porque has vencido, has ganado un día más para memorar. Nadie sabe lo que puede suceder en el camino en estos días, pero lo seguro de todo es que se gana, sin duda.  He querido escribir una carta al viento que sopla mis palmas al aplaudir, porque la suavidad con la que toca cada uno de mis dedos aumenta las ganas de seguir haciéndolo, seguir aplaudiendo a quien sabe qué. Detesto mi empleo, nada es tan feliz como se pinta, un gran sueldo sí, más no un gran lugar para estar. Nada es perfecto, dicen los sabios, pero nada tampoco es necesario, hay cosas que se pueden dejar ir sin más.  Amo a mis amigos, eso sí es seguro, aunque muchos hoy ya no estén  presentes, repito “nada es perfecto ni tampoco necesario”, extrañar es más de sabios.  A veces pienso que la vida es como un conuco, mientras más la riegas con lo que amas más florece y mi vida en est