En ocasiones es bueno dejar todo reposar, algo fácil, asumo. Es como lanzarte al colchón cuando llegas de la agotada rutina y suspirar, porque has vencido, has ganado un día más para memorar. Nadie sabe lo que puede suceder en el camino en estos días, pero lo seguro de todo es que se gana, sin duda. He querido escribir una carta al viento que sopla mis palmas al aplaudir, porque la suavidad con la que toca cada uno de mis dedos aumenta las ganas de seguir haciéndolo, seguir aplaudiendo a quien sabe qué. Detesto mi empleo, nada es tan feliz como se pinta, un gran sueldo sí, más no un gran lugar para estar. Nada es perfecto, dicen los sabios, pero nada tampoco es necesario, hay cosas que se pueden dejar ir sin más. Amo a mis amigos, eso sí es seguro, aunque muchos hoy ya no estén presentes, repito “nada es perfecto ni tampoco necesario”, extrañar es más de sabios. A veces pienso que la vida es como un conuco, mientras más la riegas con lo que amas más florece y mi vida en este momento, necesita más de lo que amo desde lo más recóndito de mi alma. No podría decir que detesto mis días, pero un solo paso hay hacia el engaño, pues en momentos los detesto casi como una niña salvaje viviendo en la ciudad. Hablando de niñez, la adultez es algo con lo que a veces se lucha a ciegas, es decir, nada es imposible, pero ¿Luchar con la adultez? Tristemente es una batalla a perder. Pero no importa, la vida continúa y todo depende de cuán grande es tu corazón para establecer dos facetas de tu vida dentro de él. Niña hoy, adulta mañana, siempre seré la misma loca lunática que juega a soñar con algo más allá de lo habitual. Mi familia es un caso particular, se siente bien en estos días estar cerca de ellos, pero mi camino solo reconoce mis pasos, basta por ahora, llevarlos en mi mente. Podría pensar que adoro a ese con el que estoy, pero lo cierto es que le quiero, casi como si le conociera hace tiempo ya. Hoy amo y detesto a mi país del que quiero y no partir, pero las circunstancias y los sueños de lunática, me conducen a querer surgir. En ocasiones, es bueno dejar todo reposar, porque una vez que piensas, vuela la imaginación, vuelan los impulsos.
Bárbara Salvatierra @BarSalvatierra M uchos venezolanos de Caracas y sus adyacentes al escuchar "el centro" ya se hacen una idea de lo que se intenta hablar. Las reacciones son múltiples. Hay quienes abren los ojos como un plato enorme, la típica expresión de que aquel lugar, no es el mejor para estar. Otros, suelen soltar una salta de improperios, sobre el tráfico, la suciedad en algunas esquinas, la gente que te empuja y encima te roba. En fin, la mala experiencia de su día a día. Pero, habremos otros-sí, me incluyo- que sentimos nostalgia y de la buena, pues a pesar de que sus suelos no son los más limpios con la basura que se acumula, de que la gente roba - como en cada esquina del país- y su tráfico acaba con la paciencia hasta del más sabio y tranquilo hombre, la esencia de ese lugar, regala historia y en ocasiones, paz.
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